Jerónimo Vilallonga, 1990.
Mi formación en Arquitectura y Bellas Artes, sumada a mi pasión por la esencia de la naturaleza como del ser humano, ha marcado profundamente la dirección de mi obra desde sus inicios.
De este modo, la adaptación de la naturaleza al medio y sus cambios es uno de los dos temas principales de mi trabajo. Los seres vivos están compuestos por elementos en continua transformación: las hojas de los árboles en cada ciclo estacional, las curiosas geometrías que se dan en distintas formaciones marinas… Mi admiración por la complejidad y facilidad de sincronizarse de la naturaleza me lleva a observarla durante horas cual científico, tomando notas y fotografías de todo lo que de ella me sorprende.
Así, partiendo de seres reales, creo seres que no lo son, siguiendo mi imaginación allí donde me lleve: peces con rostro humano, pulpos en bicicleta, lagartos mecánicos, hombres con cabeza de flor…
El segundo tema en que se centra mi obra es el ser humano. Sus sentimientos más profundos (soledad, amor, identidad), su interrelación con los demás seres humanos o el desafío que le suponen ciertas circunstancias son el leitmotiv que me acompaña cuando plasmo a las personas en mis esculturas. En este caso, parto de situaciones personales o que considero que están a la orden del día en la sociedad actual, véase la pregunta por la cuestión afectiva, por quién es uno, por hacia dónde caminar, etc.
Lo que me motiva a trasladar mis pensamientos, ideas e inquietudes a una obra de arte es el deseo de comunicarlos a los demás y de que, al poder verse, sea más fácil que el público se identifique con ellos.
Los materiales con los que trabajo los dibujos son, generalmente, acuarela, rottring y lápiz sobre papel. En el caso de las esculturas, comienzo modelando con cera figuras que posteriormente serán transformadas en bronce. Y últimamente la madera también va cobrando protagonismo.